8 de noviembre de 2019
#31 Idea de la semana: vuelve lo analógico porque somos seres nostálgicos
Si el marketing es una guerra sin cuartel, el recuerdo es una infalible arma letal. Porque las experiencias pasadas configuran nuestra forma de ser, nos encanta recordar lo que antes hacíamos y ahora es obsoleto. El marketing huele la sangre a distancia y ahora ha sabido ver que la digitalización del mundo ha atrapado en la más pura nostalgia a un público con un gran poder adquisitivo: los cuarentones.
Hace tiempo que oímos hablar del regreso del vinilo. Ahora no hay DJ moderno que se pueda permitir pinchar en digital. El año pasado, las ventas de vinilo ya superaron su récord histórico y, junto con el CD, superaron el importe de facturación del mp3. Impensable, ¿verdad? El siguiente paso lo ha hecho la compañía austriaca Rebeat, que ha creado una evolución disruptiva: el vinilo HD, un analógico de alta tecnología que está a punto para salir con fuerza en el mercado. En paralelo, Sony, que volvió a fabricar long play (LP) en el año 2017, también ha decidido reeditar el Walkman a finales de este 2019. Se ha visto forzado por un producto que nuevamente fusiona analogía y tecnología: It ‘s OK, uno de los innovadores proyectos surgidos de Kickstarter que, además, incorpora Bluetooth 5.0
Más allá del ámbito musical, el mundo analógico se deja querer por aquellos a quienes Internet les cogió después de la adolescencia. Por ello, reviven las videoconsolas en el formato mini con el que han irrumpido las 16-bit Mega Drive Mini (lanzada el mes pasado por Sega) o la Nintento Classic Mini (presentada hace dos semanas). El tráiler que ha elaborado Nintendo para la colocación no tiene desperdicio, especialmente para hombres que rondan los 40. Nintendo, una auténtica superviviente fundada en 1889 como fabricante de juegos de cartas, saca partido de su ADN adaptativo con otra disrupción analógica: ha acompañado el éxito de la vanguardista Nintendo Switch de la serie Nintendo Labo. Se trata de una serie de accesorios automontables de cartón que multiplican la interactividad con los videojuegos. Hasta límites realmente inimaginables, auténticamente creativos.
El analógico resurge con fuerza, también, en el mundo de la fotografía. Con el permiso de experiencias puristas como la Lomo, que nunca ha dejado de existir, hay que fijarse ahora en Kodak. Tras quebrar en 2012 por culpa de la fotografía digital, se ha reestructurado y diversificado con otras actividades, pero se saca la espina retomando la fabricación de los carretes tradicionales. El mercado vuelve a tensar para que otras marcas presenten nuevas cámaras analógicas, desde reflex hasta placas. Un año atrás, la multinacional japonesa ya sacudió con el retorno de la romántica Super 8 de cine doméstico que nos transporta a las vacaciones en movimiento y sin sonido de los años 70 u 80. Suspiramos por nuestra propia historia.
La revuelta del analógico (¡algunos ya lo llaman revancha!) hace sonar otra nota en la naturaleza humana: necesitamos tocar. Volver a tocar, podríamos decir. Coger una foto y compartirla con los que tenemos cerca (no con los que tenemos en la red), montar accesorios con nuestras manos, rebobinar una cinta con la ayuda de un bolígrafo, saber que la música está dentro del surco del disco o, sencillamente, comprobar a simple vista que los personajes de la pantalla están hechos de píxeles. Todo lo que nos haga sentir más humanos que máquinas, más conectados con el suelo que con la nube, abre un mar de potentísimas oportunidades en medio del océano digital.
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