17 de abril de 2020
#054 idea de la semana: el coronavirus acelerará la desglobalización
Antes de la profunda crisis que vivimos, la economía mundial ya venía enfrentándose a desafíos que amenazaban a la globalización: el nuevo proteccionismo, políticas arancelarias, el choque de bloques EE.UU – China, el 5G y su muro virtual, las nuevas tecnologías de producción o el Brexit. Ahora, con la economía infectada por coronavirus, puede haber llegado un golpe definitivo. Un cambio de rumbo mundial.
Grandes corporaciones como Apple o Toyota ya se han encontrado con este problema por su interconexión global a través de cadenas de producción, servicios y multinacionales. Según diversos expertos, este proceso de desglobalización dejará huella en tres vías: manufacturas y suministro; turismo, transporte y servicios; y la demanda y precios de productos básicos. Y ya hemos sido testigos, pues interrumpidas las cadenas de suministro internacional, las personas empezaron a buscar alternativas locales, incluso si eran más costosas. El miedo y la inseguridad empujan a nuevas tendencias de consumo.
¿Qué significa esta crisis para este fenómeno?
Esta es la pregunta que está ahora mismo en el tintero de expertos y multinacionales. El sistema económico mundial brinda múltiples beneficios, pero también implica riesgos que con el coronavirus se han visto acentuados y, tanto personas como empresas, se han dado cuenta de sus dimensiones, según Richard Portes, profesor de economía de la London Business School. La independencia global es uno de ellos, como ha quedado patente después de que China quedara paralizada. El gigante asiático hace tiempo que dejó de ser un país “fábrica” para ser toda una potencia con un peso en la economía tan grande que, al sufrir un parón, todo el mundo lo sufre.
Estos riesgos, unidos a otros factores como las nuevas tecnologías y cambios de consumo, llevarán a lo que se denomina re-shoring, es decir, traer de vuelta a casa una parte importante del trabajo. Una reestructuración logística de empresas, puesto que, por ejemplo, ya no importa la localización de las plantas gracias a la automatización y la no necesidad de mano de obra. La reducción de cadenas de suministro y el número de eslabones en la cadena también son otras medidas para reducir riesgos y aumentar el control de calidad que apoyan y fomentan esta desglobalización.
Como ejemplo encontramos el estudio de Bank of America que difundió el pasado marzo, donde se afirmaba que el 80% de las empresas estudiadas tiene planes de relocalización, es decir, repatriar parte de su producción del exterior. Esto, como primer indicio de los cambios que se avecinan y que irán a más (gracias a tecnologías como la impresión 3D), llegando a dejar términos como la deslocalización sin sentido.
Desglobalización de personas
El ámbito económico no es el único, ni mucho menos, que se va a ver afectado por este proceso. Las políticas proteccionistas y el endurecimiento de las fronteras, unidos al miedo y la incertidumbre llevan a replantearse el libre movimiento de personas. Se abre una nueva manera de relacionarnos que afectará de diferentes maneras y a diferentes sectores, como puede ser la educación superior. Por ejemplo, muchas universidades occidentales dependen en gran medida de alumnos asiáticos y latinoamericanos que, quizá, comiencen a no moverse.
La desglobalización se intuía próxima, pero el coronavirus parece haberla hecho realidad. El proceso se ha visto acelerado y los expertos coinciden en que es un proceso que ya tenemos aquí, así que la preocupación será cómo de profundos serán los cambios que vengan y cómo se manejarán. Los modos de consumo y producción serán diferentes y tocará adaptarse a un nuevo mundo que ya se ha presentado ante nosotros. Sin embargo, así como parece que la producción pasará a ser local, sí que se producirá una globalización: el talento, el conocimiento. Las herramientas con las que contamos y que hemos acabado de explotar con esta cuarentena, nos demuestran que existe una gran oportunidad de compartir y dejar fluir globalmente habilidades abstractas, pero indispensables, pues no es necesario una presencia física para que afloren.
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