11 de junio de 2021

#013 historia de la semana: Nellie Bly, la verdadera Phileas Fogg

Hay personas que no conciben un “no puedes hacerlo”, se niegan ante tal definición. Elizabeth Jane Cochran es una de los grandes ejemplos de esto y mucho más. Pues hablamos de la mujer pionera del periodismo encubierto, la primera reportera en hacer periodismo de investigación. Nellie Bly, su pseudónimo, se encargó de romper todas las barreras de género que se le ponían por delante y denunciar todas aquellas actitudes y acciones que consideraba abusivas. Removió consciencias sobre el trato a las mujeres en diferentes aspectos de la vida y, además, se encargó también de demostrar que podía dar la vuelta al mundo en menos tiempo que Phileas Fogg.

Todo empezó con un texto en The Pittsburgh Dispatch titulado “Para qué son buenas las chicas”. Una joven Nellie Bly no pudo contener su indignación ante tal escrito, pues se trataba de un texto que rezumaba misoginia y criticaba el papel de la mujer en la sociedad, donde debía verse relegada únicamente a cuidar de la familia. Nellie, bajo el pseudónimo de “Huérfana Solitaria” envió una carta de respuesta cargada de ira y de una prosa de talento que encandiló al director, George Madden. Éste, tras animarla a escribir un artículo completo de respuesta, le ofreció un puesto a tiempo completo y le propuso el nombre de Nellie Bly.

Sin embargo, el periodismo de la época para mujeres se basaba en temas de moda, jardinería o teatro. Todo alejado de los temas que interesaban a Nellie, que acabó por tomar la drástica decisión de marchar a México y trabajar por libre como corresponsal. Allí, tocando temas que le interesaban más, como la corrupción y la explotación de los campesinos, acabó ganándose la enemistad del dictador Porfirio Díaz. Todo ello en menos de 6 meses, después de los cuales tuvo que huir del país y mudarse a Nueva York.

Nellie, al estilo de Alice Gould

Una vez en la Gran Manzana, Nellie llamó a la puerta de Joseph Pullitzer, director del New York World. Allí se le asignó un peligroso reportaje: infiltrarse en un manicomio como enferma y hacer un reportaje sobre el trato que tenían los pacientes. Como si de la trama de “Los Renglones Torcidos de Dios” se tratara, Nellie fingió sufrir una demencia y consiguió que los responsables del albergue donde estaba llamaran a la policía, la examinara un profesional y la acabaran certificando como demente.

Una vez en el psiquiátrico, Nellie pudo descubrir que varias personas estaban allí sin sufrir ninguna demencia, pero que tenían problemas económicos. A falta de alternativas más económicas, decidían entrar en el psiquiátrico como si de un parking se tratara. Así mismo, pudo observar que una vez certificada inicialmente como demente, las pruebas no sirvieron para demostrar que fingía y acabó en el manicomio femenino de Blackwell’s Island. Allí, Nellie tuvo que soportar las duras condiciones de las pacientes, así como ver las diversas negligencias de los psiquiatras, que hacían una y otra vez las mismas preguntas a los pacientes sin importar cuáles fueran la respuesta.

A los diez días de ser encerrada y asistir a todo tipo de aberraciones, fue liberada mediante el abogado del periódico. Una vez fuera, no tardó en publicar un reportaje que tuvo gran repercusión: los psiquiatras y enfermeras tuvieron que pedir disculpas y se destinó una gran cantidad de dinero a cambiar las condiciones de vida de las personas recluidas. Así mismo, Nellie saltó a la fama en la prensa escrita, donde se especializó en periodismo de infiltración, dando a conocer otros problemas sociales, como las irrisorias condiciones laborales de las obreras o cómo las farmacéuticas podían sobornar a una serie de diputados.

Venció a Philleas Fogg

Como curiosidad, tal era el ímpetu que tenía en romper barreras y demostrar que todo era posible hacerlo, planteó el reto de dar la vuelta al mundo en menos de 80 días, desafiando a la obra de Julio Verne. Se encontró con varias negativas sobre su podría hacerlo, partiendo de la base de que era mujer. Aquello sólo sirvió para motivarla y, tras una serie de aventuras que darían para otra historia de la semana, consiguió la hazaña (incluso conoció a Julio Verne durante el viaje) en 72 días.

Tras un tiempo como reportera estrella, Nellie se casó y decidió aparcar el periodismo para dedicarse a la gestión de la empresa de su marido. Tras la muerte de su pareja y la quiebra de la empresa, Nellie volvió al periodismo ejerciendo de reportera de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, fue confundida con una espía inglesa y fue arrestada, entre otras aventuras. Desgraciadamente, en 1922, con 57 años, Nellie Bly falleció de una pulmonía.

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