3 de septiembre de 2021

Joan Clarke, la criptóloga que ayudó a descifrar el Enigma nazi: # 025 historia de la semana

Joan Clarke, nacida en junio de 1917 en West Norwood, Inglaterra, ha pasado a la historia por ser la única mujer que formaba parte del grupo secreto que se dedicaba a identificar los mensajes que se transmitían los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. La suya fue una historia que se mantuvo prácticamente en el olvido hasta que en 2015 se estrenó la película Descifrando Enigma (The Imitation Game), un film que, de hecho, narra la vida del criptógrafo Alan Turing, líder del grupo, junto a Joan Clarke

Una mente brillante a la que no se concedió el título de matemática

Joan Clarke destacó, desde muy pequeña, por ser una estudiante brillante y por unas aptitudes fuera de lo común en matemáticas. Se tuvo que abrir camino en un mundo de hombres para poder poner todo su conocimiento y talento al servicio de la humanidad en la lucha contra los nazis. De hecho, aunque estudió Matemáticas en Newnham College de Cambridge y terminó los estudios en 1940 como una estudiante brillante, Clarke nunca obtuvo la licenciatura, ya que la Universidad de Cambridge no empezó a concederla a las mujeres hasta 1948.

Aquel paso por la universidad, sin embargo, marcaría el futuro de la joven matemática. Sus aptitudes extraordinarias llamaron la atención del profesor Gordon Welchman, quien la fichó para trabajar en el «Government Code and Cypher School» (GCCS). Precisamente aquel profesor era una de las personas que había reclutado Winston Churchill, en 1939, para descodificar la máquina Enigma de los nazis, junto a otras mentes privilegiadas, entre las que había jugadores de ajedrez, egiptólogos y otros profesionales.

De ‘The girls’ a Hut 8

Joan Clarke entró a trabajar para este grupo en junio de 1970, asignada inicialmente en un grupo llamado ‘The Girls’ («Las chicas»), que era un grupo de mujeres se dedicaba a tareas administrativas. Pronto, sin embargo, destacó y fue trasladada a tareas de desencriptado, un sector reservado en aquella época a los hombres. Clarke, tenía una gran capacidad de razonamiento inductivo y deductivo, perseverancia e imaginación, capacidades que hicieron que Alan Turing, el líder del grupo llamado Hut 8, se fijara en ella. Turing era encargado de descifrar los mensajes codificados con la máquina Enigma por la marina alemana.

Un descubrimiento que salvó vidas

Gracias a la paciencia y al enorme talento, el equipo de Clarke consiguió el que los nazis consideraban que era imposible: descifrar la máquina Enigma, que era en aquellos momentos la máxima expresión científico-tecnológica de los nazis. Y es que la Guerra ya no sólo eran trincheras y bombas, era también ciencia y tecnología: aviones, radares y primeros prototipos de ordenadores.

Algunos estudios apuntan que sin haber descifrado de Enigma, la Segunda Guerra Mundial hubiera tenido otro desenlace: que habría durado, probablemente, entre 2 y 4 años más, y, por tanto, se habría cobrado muchas más vidas.

Joan Clarke no obtuvo en su época el reconocimiento que merecía. Para empezar, su tarea dentro del Hub estaba mucho menos recompensada que la de sus colegas por el simple hecho de ser una mujer y cobraba sólo entre 2 y 3 libras la semana. En segundo lugar, como la profesión de criptóloga no existía, la tuvieron que ascender a ‘lingüista’ para poder cobrar un poco más. Afortunadamente, después, de la Guerra, Clarke sirvió a Hub, donde llegó a ser la responsable, hasta que se retiró a los 60 años. Murió en 1996 en Inglaterra, habiendo recibido en 1947, el reconocimiento de Miembro del Imperio Británico (MBE).

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