29 de noviembre de 2019
#034 idea de la semana: las ‘apps’ que evalúan los alimentos, el nutricionista en el bolsillo
Los adultos de hoy que crecieron bombardeados de spots de los famosos cereales con vitaminas y hierro, de zumos que tanto llevan fruta como leche y de barritas de merluza rebozada repletas de omega 3, se han convertido en consumidores desorientados en los pasillos del ‘súper’, que han aprendido a desconfiar de las etiquetas indescifrables. Para poner un poco de orden en este mar de dudas nutricionales y en el marco de una sociedad cada vez más preocupada por llevar un estilo de vida saludable (veggie, realfood o healthy son los hashtags más utilizados en las redes), han proliferado un buen número de apps que permiten evaluar las características nutricionales de los alimentos.
Para ello, basta con escanear el código de barras de los productos envasados y, habitualmente, la herramienta los clasifica como saludable, buen procesado y ultraprocesado; o bueno, mediocre y malo. Los hay, como Yuka o El CoCo, que utilizan una escala de colores o un semáforo, y la mayoría de ellas detectan ingredientes que pueden resultar nocivos para la salud, tales como azúcares, sal, aditivos, grasas o calorías, con el objetivo de orientar al consumidor. Las aplicaciones más populares son, aparte de las dos anteriores, MyRealFood y myHealth Watcher. Juntas suman miles de descargas y compiten por hacerse un lugar en los móviles de los usuarios. Están disponibles tanto en Android como en iOS y suponen, seguramente, una buena oportunidad para acercar la alimentación saludable al consumidor.
Pero, ¿dónde ha quedado el papel de los órganos reguladores? Que el consumidor quiera detectar por si mismo qué alimentos son más perjudiciales seguramente es una buena noticia, pero si necesita apps para escanear cientos de productos para aclarar dudas, también es un indicador de que algo no se está haciendo bien. Tenemos las herramientas digitales, por un lado; los fabricantes y los anunciantes por el otro; y en medio de este lío, están las etiquetas, los nutricionistas, los científicos y los medios. Y cada uno, con su voz. Mientras tanto, la administración, que había anunciado que haría colocar a los supermercados el semáforo nutricional Nutriscore para que el consumidor pudiera, con un simple vistazo, evaluar lo que ponía en el carrito, no ha cumplido y son pocas las compañías que han decidido poner, voluntariamente, la escala de colores en sus envases. Muy posiblemente, si Nutriscore ya estuviera implementado, todas las apps de las que hemos hablado no serían necesarias. Paralelamente, hay algunos supermercados que se han adelantado a Nutriscore y han señalizado, ellos mismos, los productos más saludables de entre un mismo grupo de alimentos.
En los hogares, los anuncios de alimentos continúan bombardeando a las familias. En muchos casos, se trata de spots que se dirigen directamente al público infantil y que utilizan los personajes que cautivan a los más pequeños. Esto hace que después los profesionales del marketing se debatan entre decidir qué pesa más: si la voz de Pepito Grillo del Realfood o la de Elsa de encima de unas galletas.
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