18 de diciembre de 2020

#089 idea de la semana: smart working, la covid impulsa el trabajo por objetivos

Mientras se debate a nivel internacional sobre la conveniencia de rebajar la jornada laboral (en horas diarias o en días semanales), el smart working, una fórmula mucho más avanzada, se abre paso, de manera imparable. Motivada por la Covid-19, esta manera de entender el trabajo va mucho más allá del teletrabajo. No se trabaja contando las horas, sino fijando y logrando unos determinados objetivos.

El trabajo por objetivos funciona con éxito en grandes compañías como Microsoft España, Mondelez, IBM, Vodafone o Zurich. Persigue, por un lado, conseguir la máxima eficiencia y productividad; y por otro, otorga al profesional mucha más autonomía y flexibilidad. Y es que no importan las horas trabajadas, sino la consecución final de los hitos marcados.

La oficina es Internet

Aparte de contar objetivos y no horas, otra de las grandes características del trabajo inteligente que reformula por completo el mundo laboral tradicional es que el puesto de trabajo ya no es la oficina, sino Internet. El espacio de trabajo es la conexión a la red y cuando nos conectamos entramos en la oficina virtual.

Con el correcto acuerdo entre profesional y empresa, y el margen de confianza recíproca, el trabajo inteligente permite que desaparezcan las barreras físicas y horarias. Esto facilita una gran flexibilidad de trabajo y posibilita al profesional trabajar cuando le vaya mejor (que tal vez es de noche o los fines de semana).

Objetivos medibles, accesibles y calendarizados

La palabra «smart«, además de significar «inteligente», actúa como acróstico anglosajón, que define cómo deben ser los objetivos perseguidos por el o la profesional:

  • Specific (específicos).
  • Measurable (medibles).
  • Available (accesibles).
  • Relevant (pertinentes)
  • Time Framed (temporizados).

Cumplir estas 5 características es imprescindible para poder definir y medir los objetivos de manera clara y objetiva y evitar que la empresa fije metas inalcanzables o desmesuradas para su equipo.

En paralelo, conviene destacar que los objetivos no deberían basarse en el rendimiento económico o los resultados de la empresa, sino en el desempeño de tareas concretas, independientemente de la rentabilidad.

Sin tecnología no hay smart

El trabajo inteligente se basa en dar al equipo todas las herramientas necesarias y la confianza para alcanzar un nivel de rendimiento profesional máximo desde cualquier lugar. Se diferencia del trabajo tradicional por:

  • La libertad y flexibilidad de horarios: él o la profesional puede decidir dónde quiere trabajar. El trabajo a distancia permite optimizar tiempo y recursos. Por otra parte, la flexibilidad horaria facilita la conciliación laboral. Esto repercute positivamente en el rendimiento del trabajador.
  • La tecnología es indispensable: tener acceso a la tecnología, concretamente a una buena conexión a Internet, será fundamental para tener una gran flexibilidad y para comunicarse de manera eficiente. Las herramientas que facilitan el trabajo a distancia son diversas. Un software seguro para las videollamadas (como Zoom, Meet, Teams, o Jitsi), una app de chat (como Slack o Microsoft Teams), herramientas para colaborar en la nube y ordenar documentos (Google Drive, Dropbox, OneDrive, iCloud, etc.), o un software para la gestión de proyectos (com Trello, Monday o Asana).
  • Equipos plurales: el smart working facilita la formación de grupos de trabajo multidisciplinares. Esto aumenta la diversidad y propicia la aportación de diferentes perspectivas. La capacidad de autoorganizarse también hace que los trabajadores tengan capacidades más grandes, más ideas y disciplina para realizarlas. Esto implica una alta confianza de la dirección hacia su equipo y motiva a las personas, ya que pueden descubrir sus capacidades y desarrollar un alto grado de autonomía.
  • Control de resultados: resulta más sencillo medir los objetivos, tanto para los trabajadores y trabajadoras como para el líder. La empresa puede ver incrementada su competitividad. Además, cada trabajador tiene muy clara su misión dentro de la organización, sabe qué se espera de él o ella. En este sentido, cuando conoce cómo ha contribuido en el logro de un objetivo, incrementa su orgullo y sentimiento de pertenencia dentro de la organización. Por otra parte, este control de resultados también facilita la remuneración por incentivos, uno de los siguientes pasos a generalizar entre las plantillas, especialmente de empresas de servicios.

Evidentemente, no todos los sectores pueden aceptar esta metodología de trabajo. En algunos casos, la calidad del trabajo se podría ver comprometida, y, en muchos otros, la presencialidad es imprescindible. Por ejemplo, en sectores como de atención al cliente o servicios y procesos industriales, entre otros. En cambio, otros profesionales, como los comerciales o equipos de marketing, pueden adaptarse al trabajo por objetivos.

Las desventajas: el clima laboral y la calidad se pueden resentir

Algunos de las desventajas del smart working se encuentran en el peligro de que se sacrifique la calidad del trabajo para terminarla antes, que aumente la competitividad entre compañeros y disminuya la cooperación; y el estrés que puede provocar un posible escenario de metas no alcanzadas. En este sentido, será crítico establecer, dentro de la organización, mecanismos independientes de validación y métricas que no necesariamente sean cuantitativas.

A pesar de estas debilidades, la era del trabajo inteligente ya no tiene freno. Las nuevas tecnologías sumadas a la nueva cultura del trabajo son las claves para retener talentos. Y es que hoy, la mayoría de profesionales ya no les basta con incentivos económicos, sino que valoran disponer de tiempo propio y libertad en un entorno laboral que, a la vez, los impulse hacia el éxito profesional.

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